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Ferse Joyeros, exclusividad y buen gusto van de la mano

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05/05/2019

Ferse Joyeros, exclusividad y buen gusto van de la mano

Uno de los últimos trabajos que he realizado ha sido el shooting de los exclusivos productos de joyería de Ferse Joyeros. El fin era realizar fotos de sus joyas para un evento promocional y aprovechar además las mismas para subirlas a su página web. Posteriormente empleé dichas fotografías en el diseño de un elegante catálogo con aspecto minimalista, en donde todo el protagonismo se lo llevaban las piezas de alta joyería.

Las fotografías de las joyas se llevaron a cabo empleando técnicas de focus stacking, llegando a apilar para alguna de las joyas más de 15 fotografías con foco selectivo en diferentes zonas de la pieza. Se trata de un proceso laborioso y de muy alta precisión para conseguir al final una única fotografía con foco en toda la superficie del producto.

Cabe destacar que los objetivos macro 1:1 o 1:2 que utilizo en este tipo de aplicaciones ofrecen una profundidad de campo ínfima, de apenas un par de milímetros. Ello obliga a realizar el mencionado focus stacking, que no es más que un apilamiento de fotografías tomadas sobre trípode teniendo foco cada una de ellas en una zona diferente de la joya. Luego se descarta digitalmente las zonas fuera de foco y se obtiene la ansiada fotografía con foco infinito en las tres dimensiones de la joya.

Pero no acaba ahí la complejidad de este tipo de trabajo. Cualquier objeto mecanizado que se someta al escrutinio de una lente macro pone de relieve las imperfecciones inherentes en los procesos de fabricación. Los acabados y tolerancias a simple vista son perfectos, pero el elevado poder de la ampliación fotográfica saca a relucir pequeñas imperfecciones que resultarían inaceptables a simple vista. Es entonces cuando comienza la labor de retoque, para tratar de equilibrar la sensación de calidad y precisión que disfrutamos al tener la joya en nuestras manos con la sensación que produce la fotografía ampliada 10 o 20 veces su tamaño real en la pantalla del ordenador.

Una simple mota de polvo se ve de modo aparente en esos niveles de magnificación, una pelusa, una pestaña, cualquier objeto, por desapercibido que pueda pasar en el mundo real, se convierte en un escollo que hay que eliminar de la foto. Empleando diferentes técnicas de limpieza digital, filtros de desenfoque, medianas e incluso separación de frecuencias en algún que otro caso, se resuelve el problema. Finalmente se obtiene una fotografía de una joya que con un factor de ampliación X10 o X20 pasa perfectamente por ser la representación idealizada de lo que vemos a simple vista.

Posteriormente se siluetea con vectores cada joya y se aplican sombras realistas para que se produzca la sensación de que están apoyadas sobre una superficie blanca. Por descontado que en el momento de realizar las fotografías, las joyas están suspendidas en el aire mediante finísimas tanzas para evitar que se produzcan reflejos en sus pulidas y reflectantes superficies doradas, cobrizas o plateadas. Incluso resulta conveniente ocultarse tras una lámina blanca de gran superficie a través de la cual se pasa solamente el objetivo de la cámara. Y es que sin duda todo cuanto rodea a la pulida joya se verá reflejado en ella.

Y ya por último, una vez retocada la joya, se puede probar a cambiar el fondo y añadir uno nuevo digitalmente, con el fin de potenciar los atributos visuales de la sortija, pendientes, colgantes o la pieza en cuestión que esté manipulando.

Se trata de un trabajo apasionante y muy reconfortante, no me cabe duda, y la recompensa viene cuando finalmente puedo observar el resultado… y consigo olvidarme de las innumerables horas de trabajo que me han llevado hasta él 😉

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